Una de las cosas más placenteras que me han ocurrido,
y un reto, ya que no soy un
especialista en literatura, ha sido que Teresa me pidiera
prologar la edición de su
primer poemario publicado "Cantos Rodados".
Conocí a Teresa en uno de esos lugares que irradian
energía, uno de esos, en los que
compartir es el
objetivo y la máxima aspiración de todos los que frecuentamos la tertulia
literaria del café Continental, por el simple hecho de
disfrutar de las lecturas, de la charla,
de la poesía, de la amistad... Y me viene a la mente
una frase del gran poeta Federico
García Lorca que invita al disfrute de la vida y de la
poesía:
“ Desechad tristezas y melancolías. La vida
es amable, tiene pocos días y tan sólo
ahora la hemos de gozar.”
Y no hay
mejor definición de la poesía que la que nos dejó escrita:
“ Poesía es la unión de dos palabras que uno
nunca supuso que pudieran juntarse, y
que forman algo así como un misterio.”
En el misterio
de "Cantos Rodados", encontramos un estructurado torrente de
emociones.
Nadie como Teresa
para expresar mediante palabras preñadas de amor, esa
sensibilidad
característica de su poesía que, a través de sus Cantos Rodados, nos ha hecho
rodar de
modo temporal a veces, o intemporal
otras, por el mundo del amor.
Lo describe
muy bien en sus palabras iniciales para que el lector no sea presa del equivoco
Es un
poemario que sorprende a medida que se va avanzando y profundizando en él.
Como la
seguridad de un río que nace en sus cumbres y que desemboca en el mar, con sus
versos,
extraordinariamente muy bien perfilados.
Con la agudeza de la daga, que se clava
en el
corazón para atrapar al lector y no dejarle escapar hasta el último verso.
Son ese
tipo de versos pulidos por las experiencias, los que en su curso modelan los
cantos
Yo también
me había parado a pensar, hace años mirando hacia la orilla, en lo especiales
que son esos
Cantos Rodados, que aparecen cercanos a cada rebalaje y que poseen una
historia
indescifrable en su modelaje, en el porqué de su color y forma. Esas piedras
suaves,
torneadas
por las olas y la arena, por la erosión natural. Y eso es lo que hace la
autora,
aunar la naturaleza
de la palabra, con la inmensidad del amor, y el mar siempre como telón
Un mar
embravecido, agitado, angustiado, hambriento y negro, luminoso y vital,
furioso,
pletórico y
eufórico, infinito, como esta colección de imágenes poéticas que tiene en sus
manos.
Colecciones de experiencias vividas, sentidas o imaginadas, convertidas en
poesía,
palabra
amorosa o novela rimada; para el deleite del lector, que abre una puerta hacia
un
mundo
íntimo y poético, ligado al sentimiento más abstracto e inmenso: el amor.
Su lenguaje
combina la naturalidad de la palabra llana, con la belleza de sus comparaciones
y
metáforas, personificaciones e imágenes naturales que nos transportan y
transforman.
Un lenguaje
claro y directo, como la vida misma que hace que llegue a todo tipo de lector.
Porque no
es mejor la poesía más retorica y enrevesada, ni la que mas cultismos posee,
sino
aquella que consigue llegar a todos los corazones creando una musicalidad
envolvente.
Es poesía muy
cercana y tremendamente sincera.
"Cantos
Rodados" es una historia en verso que nos arrastra y nos hace rodar como
cantos
mecidos por
las olas. Este libro huele a mar, a jazmín, a luna, a tierra, a pájaros posados
en ramas
con flores y arroyos.
Hace juegos
de luces y sombras, que combina con una
amplia pátina de sentimientos
acuarelados,
que pasan por toda la gama de colores.
El poemario
se divide en tres partes o etapas, porque el amor, como todo lo vital; crece,
evoluciona
y se transforma.
“Amor, cuántos caminos hasta llegar a un
beso, ¡qué soledad errante hasta tu
En esta
primera parte nos habla del enamoramiento desde la lejanía, de esa angustia,
zozobra e
ilusión. El amor como algo que revoluciona el ser. Amor desde el pensamiento,
el
coqueteo, amor profundo y tierno, casi platónico, que se vive tan intensamente
que no se
puede
separar el pensamiento ni un instante de ese amor que aun no es correspondido.
Amor, como el vapor encerrado en la caldera a presión del
sentimiento intimo que trata de buscar el camino hacia la válvula de escape por
la que fluir y mezclarse con la atmosfera de la correspondencia.
Nos
presenta el amor compartido, entregado, el momento culmen en la que la persona
amada y la
que ama, son la misma. Esta parte comienza con el poema “Alhambra”. uno
de mis
preferidos dentro de esta selección de poemas. Esa Alhambra o “castillo rojo”,
emblema
granadino. Personifica al amado en "el aljibe limpio de tus ojos”. El amor
como
una dulce
droga, que ofrece paraísos y luego los esconde. Esa dicotomía de infierno y
paraíso que
ofrece el amor eterno “como de mil primaveras” nos habla del tempus fugit, la
fugacidad
del tiempo cuando la felicidad es completa, y de este tema muchos podríamos
escribir un
triste y fundamentado tratado.
Como dijo
Neruda en su poema 20:
“Es tan corto el amor y tan largo el olvido”.
Por ello, a
veces, los sentimientos más intensos los provoca la ausencia, el
desgarramiento
del alma, que hace florecer el espíritu en su máxima desmesura.
Esos en los
que alma se envuelve en su capa de melancolía y es entonces, cuando
el mar se
convierte en la desembocadura de las lágrimas, en un remolino de tristeza y
extrañeza
en la que te envuelven las palabras de Teresa, con una profundidad más
arraigada y
marcada en un corazón que se desangra o estalla de amor, para luego alejarse y
encontrar
la soledad. La ausencia del amado deja una terrible impronta de tiempos rotos,
tiempo que
se vuelve implacable. Y su mar vedado, la corriente, una amenaza de
desesperación.
Huecos imposibles de rellenar, casi ni siquiera con la argamasa del recuerdo
nadando en
un suspiro atormentado, que nos hace naufragar en el desamor. Ese que antes
fue amor
desbocado, ilusión desbordada y pasión.
Pablo
Neruda nos vuelve a decir:
“Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor
nos salve de la vida.”
Unos versos
de Teresa, como colofón de lo expuesto, pudieran ser estos:
“De tu paso por mi... ¿qué es lo que queda?
El canto de sonrisas que murieron, convirtiendo tu ausencia en un ensueño.”
Para
nosotros y para siempre quedara la
poesía llena de emociones de María Teresa, y,
frente a ella,
nuestra propia sensibilidad no podrá dejarnos ni indiferentes ni estoicos.